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Durante todo este año, los niños con CEA han tenido diferentes cambios en su rutina. Han sufrido la falta de tratamientos usuales, o por lo menos la presencialidad de sus abordajes terapéuticos, y sus padres y hermanos han variado sus rutinas. Su contexto se modificó notablemente.
Sin darnos cuenta llegó diciembre y a pesar de las restricciones epidemiológicas, las casas, las ciudades y los pueblos se verán inundados por el ambiente navideño, intentando subir el ánimo en una sociedad que ya ha sufrido demasiado este último tiempo. No es raro entonces empezar a ver fuegos artificiales, las músicas navideñas y la intensidad con la que se buscarán las ventas de fin de año en los comercios, que convertirán el entorno de estos niños y/o adolescentes en distintos a lo habitual e impredecible. Los centros barriales, antes silenciosos y con poca gente por el acatamiento del aislamiento, se transformarán en hormigueros de gente en búsqueda de algo de relax.
¿Quién podrá tener en cuenta en medio de esta vuelta a la semi normalidad a los niños con CEA?, ¿Podremos cuidar de ellos mitigando los sonidos y estruendos de los fuegos artificiales, que tal vez aparezcan como una alternativa de festejo ante un pasado cercano silencioso y despojado de alegría?
Estos estímulos de alta intensidad suelen ser sumamente disruptivos en los que presentan CEA. Sus dificultades sensoriales los llevan a vivenciar los estímulos muchas veces de manera excesiva y los desorganizan severamente. La imprevisibilidad de los estallidos o la intensidad de estos suele angustiar y generar berrinches excesivos y poco esperados por los que lo rodean. Incluso, a pesar de que los estímulos parezcan festivos o alegres, ellos lo vivarán de manera diferentes y sufrirán con esto. La hipersensibilidad a los sonidos o luces intensas en quienes presentan CEA es uno de los desafíos propios de esta condición.
Hace años que la sociedad plantea que debemos modificar nuestras prácticas de festejo para navidad y año nuevo, y que los fuegos artificiales deberían ser cambiados por luces pequeñas.
Las luces poco intensas son una manera de festejo agradable para todos y realmente este pequeño cambio puede ser una gran posibilidad de disfrute no solo de un niño o adolescente, sino de toda una familia que los rodea y que suelen correr a aislarse en dormitorios sin ventanas o baños, cuando los fuegos artificiales y estruendos se acercan.
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