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De la furia del volcán a las maravillas del Fin del Mundo – Télam

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Gabriel Willink, con la Bahía de Lapataia -y un carancho- de fondo.

Gabriel Willink, con la Baha de Lapataia -y un carancho- de fondo.

El responsable de que hoy Gabriel Willink (47) sea el jefe de Guardaparques de Tierra del Fuego es su abuelo Abraham.

Nacido en 1920 en Drachten, en el norte de Holanda, Abraham Willink y su familia se instalaron en Mendoza a comienzos de los años 30. Apasionado por la vida animal, el joven no dudó en viajar a La Plata para estudiar Biología, donde se recibió en 1946. Con los años se convirtió en uno de los entomólogos más prestigiosos del continente al punto que 3 géneros y 52 especies llevan su nombre.

Abraham transmitió su amor por la Biología a su hijo Eduardo, quien se casó con una bióloga, Cristina Granara, ambos también recibidos en la Universidad Nacional de La Plata. Y en la capital bonaerense nació en 1973 Gabriel, aunque apenas sus padres obtuvieron el título, todos volvieron a Tucumán, donde vivían los Willink.

De Tucumán al Nahuel Huapi

Hacia el 2010, con compañeros del Parque Nacional Nahuel Huapi.

Hacia el 2010, con compaeros del Parque Nacional Nahuel Huapi.

Era lógico que Gabriel siguiera la senda familiar si desde chiquito el abuelo Abraham lo llevaba a buscar insectos. Terminada la secundaria, empezó a cursar Biología en la Universidad Nacional de Tucumán. Sin embargo, al poco tiempo se dio cuenta de que algo no le cerraba: la carrera implicaba muchas horas en laboratorio, encerrado, y a él lo apasiona la vida al aire libre. Por si fuera poco, justo se abrió la Escuela de Guardaparques en Tucumán y se dijo que eso era lo suyo. Egresó con la primera camada e hizo las prácticas en dos parques tan distantes como Los Glaciares, en Santa Cruz, y El Rey, en Salta.

El primer destino del guardaparque Willink fue el Nahuel Huapi y estuvo cuatro años en la seccional Espejo, a 20 kilómetros de Villa La Angostura. Allí nació su hijo Alan (21) que hoy está embarcado en su profesión de chef en Bahía Manzano. Pocos meses después de ser padre, Gabriel fue elegido para la campaña estival en las islas Orcadas, en la Antártida, para cumplir tareas de investigación.

En la cima del Cerro Bayo, esquiando con su hijo Alan, que entonces tenía diez años.

En la cima del Cerro Bayo, esquiando con su hijo Alan, que entonces tena diez aos.

Al regreso de la expedición antártica, Willink siguió en el Parque Nacional Nahuel Huapi pero en la seccional Traful donde estuvo ocho años en una experiencia profesional que lo marcó, y para bien: una mayor relación con los pobladores.

“Durante años, Parques tuvo una política de no avanzar mucho con los pobladores -recuerda Gabriel-. Nosotros empezamos a cambiar el paradigma y los sumamos como aliados en la conservación, a través de la concientización sobre la contaminación y los incendios, entre otros temas. Además, los ayudamos a mejorar sus viviendas, en el cuidado de sus campos y en la situación del ganado”.

Tras un nuevo traslado, continuó en Villa La Angostura con sus tareas de vinculación con las comunidades del norte del Parque, como Cuyín Manzano, Traful y otras localidades de la Ruta de los 7 Lagos. “La idea era brindarles desarrollo social no asistencialismo –cuanta Willink-, con planes para mejorar sus viviendas, los lugares de acampe, las cocinas, el manejo del ganado, en coordinación con asociaciones de fomento. En fin, un trabajo jamás realizado y que a uno le deja grandes satisfacciones”.

La furia del volcán

La erupcin del Puyehue

Hasta que a las tres de la tarde del 4 de junio de 2011, el día se hizo noche con la explosión del volcán chileno Puyehue, a unos 40 kilómetros en linea recta desde Villa La Angostura, en la mayor erupción en la zona en más de diez mil años.

“Dentro de la tragedia hubo una buena noticia: Como las instituciones y los pobladores estábamos muy bien organizados, rápidamente pudimos actuar formando una mesa de emergencia -relata Gabriel-. En un comienzo faltaban los servicios básicos como la luz, la ciudad quedó aislada… Río Negro y Neuquén estuvieron desconectadas del país porque por semanas los aeropuertos cercanos a la cordillera eran inoperables. Cerca de la frontera, enormes rocas volcánicas invadían la ruta… El gran problema era la alimentación de los animales porque la ceniza había formado un colchón de miles de hectáreas. Las más afectadas eran las ovejas que no podían comer el pasto y fueron miles los animales trasladados a lugares donde tuvieran comida. Pudimos traer muchas máquinas para limpiar los predios de los pobladores, sus casas, los caminos. Cientos de camiones acarrearon arena volcánica levantada a pala, una tarea que se extendió por casi dos años”.

Hacia el fin del mundo

Con Lara, su pareja -es instructora de esquí- en el glaciar Martial, Ushuaia.

Con Lara, su pareja -es instructora de esqu- en el glaciar Martial, Ushuaia.

En mayo de 2019, Willink tuvo un nuevo destino, el Parque Nacional Tierra del Fuego, el primero como jefe de guardparques. Allí, en el más austral de la Argentina y sin pobladores, tiene a su cargo una dotación de 32 personas, de los cuales 20 son guardaparques y brigadistas.

Sin embargo, a diez meses de llegar se desató la pandemia, y de un verano en que tenían hasta 3.500 turistas por día, cuando fondeaban cruceros en Ushuaia, pasaron a la más absoluta soledad con el aislamiento social.

Durante largos meses, apenas se dedicaron a tareas de mantenimiento, cartelería, mejorar y ampliar caminos. También, y cumpliendo con los estrictos protocolos, Lara, la pareja de Gabriel e instructora profesional, dio (ad honorem) un curso de esquí de travesía para los guardaparques y brigadistas. “Acá es muy importante esquiar porque hay lugares con nieve la mayor parte del año, y es una herramienta necesaria si hay que hacer un rescate, por ejemplo”. señala Wllink quien por arresgarse demasiado en el Martial, en las afueras de Ushuaia, semanas atrás sufrió un doble esguince de tobillo y rodilla.

Gabriel tiene su casa en Villa La Angostura, su lugar en el mundo.

Gabriel tiene su casa en Villa La Angostura, su lugar en el mundo.

Ahora que sólo está permitido el turismo local -hasta 500 personas por día-, esperan ansiosos el regreso de la normalidad, que tanta vida le da al parque.

A Gabriel todavía le quedan varios años de carrera y aunque es muy feliz en Ushuaia, en el futuro, ya sin uniforme, se imagina, de nuevo en Villa La Angostura -donde tiene su casa) o San Martín de los Andes. Un poco más al norte, pero siempre en su amada Patagonia.



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