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La conquista de la Jules Rimet fue la principal propaganda de la dictadura de Brasil – Télam

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Con un televisor portátil conquistado en una protesta en una celda de 3×3, la joven presa política Dilma Rousseff, que había pasado 22 días torturada, festejó como una hincha más en el Presidio Tiradentes de San Pablo el tricampeonato mundial de Brasil obtenido el 21 de junio de 1970 en México en el 4-1 contra Italia.

«Conseguimos un televisor portátil en la Torre de las Doncellas, como le decían al pabellón femenino de las presas políticas. Gran parte de la izquierda quería boicotear el Mundial porque ganarlo le iba a dar ventajas a la dictadura, pero nosotras no podíamos hinchar contra Brasil. Eso quería la dictadura», contó a Télam Rose Nogueira, compañera de celda de la ex presidenta (2011-2016).

La actitud de miles de presos políticos como Rousseff, una activista de los grupos de resistencia a la dictadura, pinta en parte lo que el dictador Emilio Garrastazú Médici construyó y conquistó con la Copa del Mundo de 1970, el mayor pico de popularidad del régimen de facto (1964-1985) y la inclusión en la agenda política del fútbol como enlace de un gobierno ilegal con las mayorías.

Médici, que impuso la era de mayor represión de la dictadura, era un fanático de fútbol que en 1969 condecoró oficialmente a Pelé tras conquistar los «1000 goles» y lo hizo desfilar con un automóvil por las anchas avenidas de Brasilia.

A los jugadores campeones les regaló, a cada uno, un cheque de 25 mil cruceiros (la moneda de la época), unos 5.000 dólares de hoy y le permitió no pagar impuestos en la aduana con los importados que traían desde el Distrito Federal mexicano.

Para el ex futbolista Jairzinho, Médici tuvo vinculación con la salida del periodista y afiliado del Partido Comunista Brasileño Joao Saldanha de la dirección técnica, tres mes antes del Mundial.

Saldanha, llamado Joao Sin Miedo, se negaba a poner a Pelé de titular porque decía que era miope y estaba en mal estado físico. Cuando fue echado por el jefe de la federación, Joao Havelange, contó que Médici le impuso convocar a Dario Maravilha, del Atlético Mineiro. «Usted se ocupa de su gabinete que yo me ocupo de la selección», le dijo Saldanha, en un diálogo nunca verificado pero que forma parte de la narrativa de los convulsionados meses pre mundial.

«Saldanha salió por las cagadas que hizo, no por la dictadura», dijo en 1995 Mario Lobo Zagallo, el DT que construyó el Brasil 1970 con cinco números 10 del fútbol local: Rivellino, Pelé, Tostao, Jairzinho y Gerson. A su lado tenía a los preparadores físicos Carlos Alberto Parreira (campeón como DT en 1994) y Claudio Coutinho (DT en Argentina 1978).

Lo cierto es que la dictadura enarboló una épica para el Mundial y se apropió de un jingle publicitario que es la gran marca de la época: la canción «Pra Frente Brasil». En la vida real, el embajador alemán había sido secuestrado e intercambiado por presos políticos que finalmente fueron liberados en Argelia. La dictadura sacó un comunicado diciendo que «los jugadores en México están preocupados por la violencia en el país».

Médici, fanático de Gremio de Porto Alegre, aparecía en fotos oficiales al lado de una radio festejando goles en el primer mundial televisado en directo. Antes de la final, según recuerda el libro «O Futebol Explica o Brasil», de Marcos Guterman, el gobierno lanzó un «off the record» publicado por todos los diarios en su portada.

«El Palacio del Planalto no admite la hipótesis de una derrota», fue el mensaje publicado.

No se sabe si eso llegó a ser leído por los jugadores antes de enfrentar a Italia en la final, pero toda la delegación oficial de la Confederación Brasileña de Desportos (CBD), la antigua CBF, estaba compuesta por militares.

Con la Jules Rimet en la mano entregada por Carlos Alberto Torres, el capitán del «tri», el dictador Médici comparó el triunfo con su proyecto de «desarrollo nacional».

Entre 1969 y 1974, durante los años de Médici, tuvo lugar el llamado ‘milagro brasileño’, un salto en la producción industrial y un boom de empleo que hizo a la deuda externa subir 90 por ciento y la desigualdad social subir un 40 por ciento.

Años después, el ex presidente y ex sindicalista Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores, comentó que si en 1970 había elecciones, Médici las hubiera ganado por amplio margen.

Muchos años después, en la Copa América Brasil 2019, el presidente Jair Bolsonaro, que tiene a Médici entre sus héroes nacionales y reivindica la tortura en la dictadura, incluso la de Dilma Rousseff, se paseó por el Maracaná con el equipo que ganó el torneo, entre aplausos y silbidos.

Pero Bolsonaro, un ex capitán del Ejército, también quiso capitalizar el torneo regional para su imagen política. Con la Copa América en brazos, comentó: «No se aplaudía a un presidente en un estadio así desde Médici».



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