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Martín Caparrós: «Es muy difícil encontrar hambrientos ateos» – Télam

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 El escritor nació en Buenos Aires en 1957 y actualmente está radicado en Barcelona.

El escritor naci en Buenos Aires en 1957 y actualmente est radicado en Barcelona.

«‘El hambre’ es una realidad sobre los hombres y la invencin de la desigualdad», dice Martn Caparrs a propsito del libro que en versin actualizada vuelve a escena para redefinir los alcances de la problemtica alimentaria en el contexto de la pandemia, que el periodista define como «un proceso indito» por el cual «ahora sabemos cmo nos cambia las vidas mientras dura, pero no cmo las va a cambiar cuando se acabe» y probablemente «nos enfrente a situaciones extremas de desarraigo, pobreza, hambre».

Publicado por Literatura Random House, el texto es la punta de lanza de una coleccin de ttulos que lleva el nombre de «Biblioteca Martn Caparrs» y se edita en estos das junto a la novela «Un da en la vida de Dios», que define como «una fantasa pop sobre los dioses y la invencin de la muerte». Revisar y actualizar su corpus de obras para esta nueva serie que seguir en la segunda mitad del ao con un nuevo libro de no ficcin titulado «amrica»- constituye «un paso entre melanclico y celebratorio», define en entrevista con Tlam el escritor, nacido en Buenos Aires en 1957 y actualmente radicado en Barcelona.

Caparrs es autor de recordadas novelas como «Los Living», «Valfierno» o «Echeverra» y de libros de no ficcin como «Larga distancia», «Contra el cambio» y «Lacrnica». El ao pasado, en el paisaje inaugural de la pandemia que trastoc al mundo, present su novela «Sinfn». Un ao despus, la prolongacin de ese escenario lo llev a escribir un eplogo alusivo para acompaar la reedicin de «El hambre», un hbrido entre la bitcora, la crnica y el ensayo que retrata a grupos humanos que por distintas razones -sequas, pobreza extrema, guerras, marginacin- sufren carencias alimentarias.

«La situacin se deteriora, y te dicen que es culpa del coronavirus. Es y no es. El virus no causa nada: agudiza, si acaso, los problemas existentes, desigualdades existentes, pobrezas existentes. Desvela, revela, lleva al lmite: es el leve empujn que desbarranca a los que sobrevivan en el borde», caracteriza Caparrs este presente monopolizado por la pandemia en el texto que cierra la versin actualizada de la obra, publicada originalmente en 2014. Como derivacin de las indagaciones que ofrece all, el escritor fue invitado a participar en diciembre de 2019 de la sesin inaugural del Consejo Federal Argentina contra el Hambre, una iniciativa que encabez el presidente Alberto Fernndez junto a un centenar de referentes sociales con el propsito de conformar un programa multisectorial para combatir los dficits alimentarios.

– Tlam: Cul es tu posicin personal frente a la pregunta de tu libro: cmo se puede vivir sabiendo que se muere gente de hambre?

– Martn Caparrs: El truco suele ser siempre el mismo: creerse que esas cosas solo les pasan a otros. Y puede que sea cierto aunque, en muchos lugares, cada vez menos. Pero, sobre todo: cundo empez a resultarnos tan fcil suponer que lo que les pasa a otros no nos pasa a todos?

– T.: En el eplogo de la nueva edicin aluds a que esta problemtica adquiri un espesor distinto durante la pandemia Qu impacto puede llegar a tener esta impensada amplificacin de los ncleos del hambre?

– M. C.: Esa es la pregunta del milln. Estamos en medio de un proceso nunca visto que, efectivamente, llev ciertos sufrimientos a sectores que no solan tenerlos, e hizo que fuera imposible no ver muchas cosas que nos esforzbamos en no mirar. Es un proceso indito: ahora sabemos cmo nos cambia las vidas mientras dura, pero no sabemos cmo las va a cambiar cuando se acabe. Y es probable que nos enfrente a situaciones bastante extremas: de desarraigo, de pobreza, de hambre y de las reacciones que eso puede provocar.

– T.: Cmo incidi en vos esta constatacin del hambre como algo «cotidiano», pensando un poco en Hannah Arendt, quien puso al descubierto la naturaleza ordinaria del mal en «La banalidad del mal»?

M. C.: Recuerdo un momento muy fuerte en Majdanek, un campo de concentracin nazi en Lublin, Polonia, en que cre entender que el mal de aquellos alemanes no tena nada de banal: pensar en matar a millones de personas es de lo ms extraordinario –en sentido estricto– que nuestra civilizacin ha producido. Y llevarlo a cabo, ms todava. Con el hambre pasa lo mismo. Que no tenga la puesta en escena que a veces le imaginamos no significa que no sea un fenmeno muy extraordinario. Y cada vez ms: durante milenios, la humanidad no tuvo la capacidad tcnica de alimentar a todos sus individuos –de ah las grandes hambrunas clsicas– pero ahora s, y entonces que no lo haga es todava ms culpable, ms brutal.

– T.: Cules son las tipologas del hambre ms habituales en Latinoamrica a lo largo del rastreo que desarrolls en el libro?

– M. C.: Por suerte, ya son pocas las personas que se «mueren de hambre». La gran mayora de las vctimas de la desnutricin son personas que, al estar poco y mal alimentadas, al no tener fuerza y defensas, se mueren de enfermedades que a vos y a m no nos haran nada. As mata el hambre, y tambin por eso es ms fcil no verlo. Y el problema de las polticas pblicas es que, en su gran mayora, consisten en ayudas, asistencialismo ms o menos clientelar que no soluciona las causas del hambre -solo aminora sus efectos inmediatos- y, al hacerlo, muchas veces consigue que millones de personas dependan de los organismos que les dan esa limosna: los Estados, sus gobiernos.

– T.: Cmo sents la cuestionada supremaca del hombre en la pirmide alimenticia?

– M. C.: No estoy en contra de esa supremaca. El homo sapiens se apoder del planeta y lo usa para vivir. Como especie somos realmente un xito: hace 200 aos ramos mil millones de especmenes; ahora somos casi ocho mil, y vivimos ms del doble que entonces. Para eso tuvimos que usar muchos recursos, y no me parece mal; lo que est mal –y no tiene sentido– es usarlos tan mal que terminemos con ellos. O usarlos tan injustamente que una pequea minora se quede con la mayora, y muchos se queden sin nada.

– T.: El Estado debe participar para poder corregir la desigualdad que genera el hambre?

– M. C.: Por supuesto. La desigualdad que est en la base del hambre solo puede resolverse por medios polticos, cambiando estructuras sociales y econmicas, y una de las formas de llevar adelante cambios polticos es a travs del Estado. No es la nica, por supuesto, pero es una de las bsicas.

– T.: Las religiones en general hacen del hambre y el ayuno un estado de santidad en vez de condenar las hambrunas Las instituciones religiosas son tambin funcionales de alguna manera a la perpetuacin del hambre?

– M. C.: No, el ayuno religioso no es un fenmeno cuantitativamente significativo. Pero las religiones tienen un peso decisivo en la aceptacin del hambre. Una de las cosas que ms me llamaron la atencin mientras recorra el mundo escuchando a personas que no coman suficiente es que muchos de ellos justificaban lo que les pasaba porque algn dios lo haba querido. Como deca entonces: es muy difcil encontrar hambrientos ateos. Las religiones no siempre proponen el ayuno, pero justifican el hambre mejor que ningn otro discurso conocido. Bienaventurados sean los pobres…

– T.: En el libro habls de la capacidad disciplinadora del hambre Planteaste este trabajo con la expectativa de disparar alguna forma de concientizacin que empuje a revertir parte de esta lgica?

– M. C.: Lo cuento, como casi todo lo que cuento, con la esperanza quiz boba de que a alguien le importe y piense qu puede hacer al respecto, cmo puede cambiarlo. La manera en que el hambre –la amenaza del hambre– obliga a hacer cosas en condiciones que nadie aceptara si no fuera por ella es un clsico del capitalismo desde sus inicios. Y, para nuestra vergenza, sigue funcionando.

– T.: – En paralelo a «El hambre» exploraste tambin la relacin con la comida desde una perspectiva contrapuesta en tu libro «Entre dientes», donde el tema aparece ligado a la opulencia Esas dos miradas en torno a una misma cuestin se pueden leer como parte de una misma indagacin que apunta a poner en dilogo aspectos antagnicos sobre un mismo fenmeno?

– M. C.: Los dos libros son ms o menos contemporneos, y tambin publiqu en esa poca una novela, «Com», que obviamente trata sobre lo mismo. Comer –o no comer– es uno de los gestos ms habituales, ms comunes, ms decisivos de nuestras vidas, y creo que vale la pena pensarlo desde todos los puntos de vista posibles. Pero, por supuesto, ninguno es tan urgente como su imposibilidad.



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