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Día nacional de los afroargentinos: más allá del color, más allá del 8 de noviembre – Télam

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-Me da bronca tener que andar explicando que soy argentina. Negra y argentina. (Jes Lamadrid).

-Estoy harta. Tengo casi 50 pirulos y tengo que seguir explicando de dónde soy (María Gabriela Pérez).

Las voces de estas mujeres afroargentinas del tronco colonial -descendientes de personas esclavizadas en este territorio- nacidas en Buenos Aires, invitan a repensar la argentinidad. Las naciones se construyen en torno a un paradigma de comunidad imaginada, una idea-fuerza que tiende a homogeneizar la identidad de todos los habitantes dentro de fronteras políticas. Pero en los últimos años, los Estados-naciones han sido impulsados a aceptar la diversidad cultural como nunca antes, generándose proyectos y leyes en el ámbito de la gestión multicultural. Estas prácticas se expresan a través de procesos de racialización y etnificación que posicionan a una ciudadanía en la centralidad desde la cual se identifica a los «otros internos». «afros», «indígenas», «inmigrantes» y «criollos» son las etiquetas utilizadas para marcar esa diferencia, que no está exenta de prejuicios y estereotipos.

La «raza» aplicada a los seres humanos no es una realidad biológica sino una construcción social que atribuye a ciertos grupos culturales un conjunto de características preexistentes y atemporales. Solo de este modo podemos comprender los modos en los que el sentido común tiende a ver a los afroargentinos en perspectiva pasada y con todos los estereotipos de primitivismo y salvajismo que la civilización occidental impuso a la cultura africana.

Resulta alarmante comprobar, aún hoy, el racismo de ciertas opiniones mediáticas que involucran a los afrodescendientes refiriéndose a la «raza» y/o el «color de piel negra», pero en un tono caritativo que sostienen a modo de excusa por la irreflexiva descripción.

De igual manera, llama la atención cómo se deslegitiman a los movimientos de reivindicación indígena toda vez que una persona que se autoidentifique como tal sea observada con un teléfono celular, una ropa de marca o cualquier determinante simbólico de la modernidad. Si los negros o los indígenas no aparecen en taparrabo, plumas y/o con un tambor, son «truchos».

Las narrativas sociobiológicas y xenofóbicas atribuyen ciertos comportamientos a determinados fenotipos, algo que podemos comprobar toda vez que los delincuentes, los participantes de protestas sociales o los habitantes de las villas son referidos irreflexivamente como «negros». Estos condicionamientos dan cuenta de relaciones asimétricas de poder que forman parte estructurante de la desigualdad social en nuestro continente.

Desde 2013, se conmemora el «Día Nacional de los/as Afroargentinos/as y de la Cultura Afro cada 8 de noviembre, con motivo del fallecimiento de Maria Remedios del Valle, una mujer afro que combatió en las guerras de la independencia y es conocida como la «madre de la patria».

La cita con la que comienza esta columna es de dos mujeres que se reconocen afroargentinas y que luchan a diario por revertir el estigma impuesto por la mirada cromática. Nuestra sociedad posee un racismo estructural que es enérgicamente negado con el mito del «crisol de razas» y la idea de que somos únicamente descendientes de la inmigración europea. En Argentina el color siempre lo tiene el otro: el negro, el villero, el inmigrante, el delincuente. La conmemoración de este día, inspirado en la figura de una mujer negra, constituye un gran desafío para la aceptación de la diversidad.

Quienes hoy se reconocen como «afroargentinos del tronco colonial» reclaman una reivindicación histórica en tanto partícipes de la identidad nacional. Lo hacen promoviendo acciones de visibilización que han ido logrando una relativa concientización respecto al racismo implícito, por ejemplo, en la representación de los afroargentinos con la cara tiznada de color negro en los actos del 25 de mayo, práctica del «blackface», internacionalmente condenada y aún legitimada en muchas escuelas.

Para este año de aislamiento social obligatorio, proponen ver más allá del color y convocan en redes sociales a quienes se reconozcan como tales, a subir una fotografía con la leyenda «soy afroargentino». Será una buena oportunidad para comprobar la diversidad, (re)pensar la afroargentinidad en tiempo presente y (re)imaginar nuestra nación, más allá del color, más allá del 8 de noviembre.

Por el profesor Augusto Pérez Guarnieri (UNLP/IIET), de la Cátedra Libre de Estudios Afroargentinos y Afroamericanos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).



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